Estaba viendo un video sobre C.S.Lewis y vino a mi mente algo que por muchos años había olvidado… Cuando estaba por entrar en la universidad y llegaba el momento de elegir carrera, recuerdo haberlo tenido muy claro, con el tiempo se añadió un anhelo, un buen deseo respecto de lo que quería hacer, yo quería alcanzar a mis compañeros para Cristo! Alguien me diría «imagino que lo pudiste hacer»?… pues no! Dios cambió mis planes, en realidad el primer año si hablé inevitablemente de mi fe y compartí con algunas personas que habían sido «cercanas en un tiempo al evangelio», con ellas me sentía un poco mas cómoda, pero aún así me sentía fuera de lugar, los años siguientes di con el grupo cristiano que justo venía formandose el año en que llegué y se transformaron en mi familia…
Para hacer la historia corta, terminé dejando la universidad y aunque en el último año si pude abiertamente estar cerca de personas e intentar llevarlas a Cristo, Dios estaba tratando con mi corazón. Creo que así pude resumir los años de mi paso por la universidad…
Por años años cuestioné muchas cosas y por qué había ido y estado, pero casi nunca encontré respuestas.
Uno de mis pasajes favoritos se encuentra en 2° Corintios 12:9, donde Dios le dijo al apóstol Pablo «bástate mi gracia», él sabía que podría ser mucho mejor sin ese aguijón, pero simplemente Dios no se lo quitó, sino que le recordaba cada vez que así, él debía depender absolutamente de Dios, tanto así que el Pablo termina diciendo «porque cuando débil, entonces soy fuerte». El lo había entendido, sabía que no sacaba nada con enojarse con Dios por aquello que no le quitaba o la obra que no hacía, a él simplemente le correspondía: confiar y creer.
Así mismo yo he tenido que comprender que pese a no verme «realizada profesionalmente en lo que yo esperaba» (porque yo tenía un plan), Dios ha seguido siendo fiel y él ha puesto sus sueños en mi corazón.
Yo anhelaba convertir a otros con mi ejemplo al decirles «miren, yo soy igual a ustedes pero tengo una fe distinta y confio en alguien más», y mi sueño no era malo, quería ser como C.S.Lewis o como lo han sido tantos mas que han confrontado ideas contrarias a la fe y han marcado la diferencia en ambientes donde no todos llegan… pero primero Dios te cambiará a ti. No puedes intentar a cambiar al mundo sin antes dejar que Dios te transforme a ti primero.
El mundo está lleno de personas con buenas ideas, sueños y anhelos, pero pocos desean que Dios los transforme primero a ellos… pocos quieren pagar el precio de morir a sus deseos, para que Dios ponga sus sueños en ellos, porque no serán tus fuerzas, no será tu talento, tu intelecto ni tu apariencia la que cambie al mundo, sino el poder de la Palabra, ella es la que hará el cambio…
Es Dios el que transforma, es Dios el que convence de pecado, es su gracia la que nos salva y fue su amor el que nos perdonó y nos hace Hijos de Dios.
No te olvides quien tiene y debe tener el primer lugar.
Dios te bendiga!
