Hace poco vi como en está época del año comienzan a podar los árboles y algunas plantas de los jardines o de las calles. Es que es necesario porque de lo contrario cuando llegue la primavera pueden crecer mal y es en este tiempo en otoño e invierno en que se deben quedar flaquito y a simple vista pareciera que no tienen vida, que quizás pronto morirán. Pero no, no van a morir,sólo se preparan para enfrentar el duro invierno. Dentro de pocos meses volverán los climas cálidos y el sol brillará sobre sus hojas, y estas volverán a tener ese verde que las caracteriza, las flores volverán a florecer y los árboles se llenarán de hojas nuevas y darán así fruto.
Cuando veía y escuchaba podar algunos árboles, mediana en que muchos de nosotros vivimos épocas de poda, Dios es quien lo hace, y durante esa época puede que parezcamos que pronto moriremos, pero no, sólo es el proceso de transformación. Uno que si, nos duele que que después tendrá su gran fruto.
Sino recuerda el árbol que habla salmos 1 y que Jeremías vuelve a mencionar caso de forma textual.
«Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto». (Jeremías 17:8)
Y también en Jeremías 18:4 nos habla de eso «Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla». Un pasaje muy conocido por todos, donde vemos que Dios CAPACITA y TRABAJA en nuestras vidas.
Muchas veces cuando Dios nos habla de sus sueños y de lo que hará con nuestras vidas es bonito, si, pero se nos olvida un elemento: habrá CAPACITACIÓN (antes que aquello sea cumplido).
Dios necesita tratar con nuestras vidas porque así como estamos, debido a nuestra condición de pecado no podemos ser útiles para desempeñar aquello que Dios tiene determinado.
El verso 6 de Jeremías 18 nos habla de que somos tan moldeables como lo es el barro en las manos del alfarero, pero antes menciona que muchas veces el alfarero cuando la vasija no queda como debe ser, la rompe y la vuelve a hacer…
Cuando vivimos este tiempo, normalmente es un tiempo de mucho dolor, porque ya sea que seamos confrontados con nuestra propia humanidad o Dios trata en nosotros áreas que no siempre queremos tocar, y eso nos duele, la transformación duele…
Quisiera compartirles algo que encontré leyendo un libro que Dios ha usado mucho estas semanas para enseñarme y hablarme:
“Aprendamos de los ejemplos que Dios nos da por medio de las plantas y los árboles. Cuando se planta un árbol frutal en el suelo, éste debe soportar tormentas y lluvias, el sol ardiente y el viento.
Si un árbol joven pudiera hablar, quizá dijera: “¡Sáquenme de aquí! ¡Pónganme en un lugar donde no deba sufrir este calor tremendo ni estas tormentas de viento!”.
Si el jardinero le hiciera caso al árbol, en realidad le haría daño. Los árboles soportan el sol ardiente y las tormentas de lluvia haciendo que sus raíces se introduzcan más profundamente en la tierra. La adversidad que enfrentan representa a la larga el origen de su gran estabilidad. La dureza de los elementos que los rodean les hace buscar otra fuente de vida. Un día, llegarán al punto en que aun la más terrible tormenta no podrá afectar su capacidad de producir frutos.
Yo vivía en Florida, capital de los cítricos. La mayoría de los habitantes de este estado sabe que mientras más frío es el invierno, más dulces serán las naranjas. Si no huyéramos tan prontamente de la resistencia espiritual, nuestros sistemas de raíces se volverían más profundos y fuertes, y nuestro fruto sería más abundante y dulce a los ojos de Dios y más apetitoso para su pueblo. Seríamos los árboles maduros en los que el Señor se deleita, en lugar de aquellos que son arrancados por su falta de fruto (Lucas 13:6–9).
No deberíamos ofrecer resistencia justo a aquello que Dios envía a nuestra vida para hacernos madurar”.
Como podemos ver el autor inspirado menciona que las dificultades que muchas veces son para fortalecernos y no para que nos derrumben.
Como a los arboles, las inclemencias del clima los hacen mas fuertes, y afirman mucho mas sus raíces.
Es eso lo que debería suceder con nosotros.
Por ejemplo: desde principio de año nuestra Iglesia ha estado viviendo momentos muy complicados, y cuando las cosas parecían comenzar a calmarse un poco en la pastoral juvenil surge un problema que nos deja a nosotros bastante complicados, desde ese tiempo a la fecha ha sido un tiempo muy difícil, volver a levantarnos ha sido difícil y duro. Hemos llorado mucho, pero hemos entendido que es un proceso que Dios tiene con todo el grupo y con la Iglesia. Durante este tiempo con muchos de nosotros Dios ha ido exponiendo nuestra verdadera naturaleza, y hemos ido viendo como realmente somos, y nos hemos tenido que buscar mucho mas de Dios, y arrepentirnos. Poco a poco, oración tras oración, búsqueda tras búsqueda Dios ha ido sanando nuestros corazones y sabemos a estas alturas que no somos los mismos que comenzamos, Dios ha ido poco a poco sanando, trabajando en cada corazón. Cuanto durará el proceso? No lo sabemos, pero si podemos ver lo que Dios hará en nuestras vidas cuando todo termine, estaremos mucho mas equipados para enfrentar lo que Dios tenga para nosotros y para poder ayudar a otros.
Estimados, el proceso sin lugar a dudas duele, y mucho, pero sabemos que el resultado final es algo glorioso. Me gusta mucho ese pasaje en Hebreos 11: 39-40 “Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros”
Esto también involucra fe, si bien es cierto que las dificultades muchas veces no nos dejan ver más allá que lo que estamos viviendo, pero su Palabra también dice que: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Romanos 8:28. Dios tiene un propósito con cada situación que experimentamos, no nos abandona, nunca lo ha hecho.
DIOS nos permita crear raíces de fe tan profundas que cuando venga viento, lluvia, sol, calor, no nos haga decaer, sino permanecer y dar buen fruto.
Bendiciones!
