Pensar en estas festividades es pensar en Jesús, pero como mencioné antes, se nos olvida la misión del nacimiento del Hijo de Dios.
Mateo 1:22-23 dice “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”.
Entiendo que desde el nacimiento de Jesús ya habían pasado muchos muchos años en que no se sabe con exactitud que había sucedido con el pueblo de Israel, y lo peor es que para colmo de males, estaban nuevamente sometidos, pero esta vez por los romanos. Para muchos de ellos no habían conocido la libertad como nación, solo sabían de aquello por los escritos y por lo que sus antepasados habían contado. Conocían la historia si, pero aún así aguardaban el deseo de ver al Gran Libertador de Israel que los salvaría de la mano de sus opresores. Y no había motivos para dudarlo, Dios lo había hecho así antes, cada vez que habían sido oprimidos Dios levantaba alguien para liberarlos, y esta vez no sería diferente, pero el regalo era mucho mayor, los profetas habían anunciado que Dios mismo estaría entre ellos (Emanuel), entonces su asombro sería aun mas grande. Pero ellos esperaban un libertador militar, ya que su opresión era de aquella, pero habían olvidado que si estaban sometidos a otros pueblos, no era debido a su obediencia, muy por el contrario, se habían apartado de las enseñanzas y su corazón estaba muy lejos de lo que Dios un día en el Sinaí había establecido para su Pueblo amado.
Por eso es que Dios mismo decidió enviar a su hijo para reconciliarlos con Él.
Esa era la misión del pequeño bebé nacido en Belén de Judea, al que todos celebran una noche del 24 de diciembre todos los años, pero resulta que nos acordamos de nosotros mismos pero olvidamos que el pequeño bebé venía con la misión de reconciliar a los hijos con el Padre celestial, ya que habíamos apartado nuestro corazón de Él.
La única manera era una sola, un sacrificio que consistía en ofrecer como ofrenda un animal perfecto y puro, entonces la ofrenda tomaría los pecados del oferente y así sería quitada su culpa. Eso ordenaba la ley, y así mismo fue como Jesús lo hizo, ofreciéndose Él mismo como ofrenda y así una vez consumada esta sería aceptada por el Padre. Pero pese a ser verificada su muerte cruelmente en el madero de la cruz, su victoria no se consolidó con ello, sino con su posterior resurrección, demostrando así que había vencido la muerte y al pecado, y otorgando a todo aquel que le reconociera como Señor y Salvador vida eterna junto al Padre del cual un día nos alejamos.
En navidad no solo recordamos su nacimiento como principio de victoria, sino su propósito de vida, que nos permite a todo aquel que lo desee, tener directa comunicación con Dios Padre.
Su nacimiento nos recuerda el mayor regalo de amor que Dios pudo entregar a la humanidad: enviar a su hijo Jesucristo para morir por el pecado de todos nosotros, aun cuando no seamos dignos de aquella muestra de amor y pasión.
Así que te invito a que este 24 por la noche (no importa si no es la fecha verdadera) puedas agradecer a Dios por el reglo maravilloso de enviar a su Hijo Jesús para darnos salvación y vida eterna. Y si aún no tienes el privilegio de poder conocerle como salvador te invito a que lo hagas, estarás tomando lejos la mejor decisión de toda tu vida, no lo dudes, Jesús no dudó en dar su vida por ti para salvarte.
Bendiciones!