¿Simón o Pedro?

Les compartiré un sub Capítulo del libro «Doce Hombres Comunes y Corrientes» de John F. MacArthur, espero les bendiga mucho! 🙂

«SIMÓN, A QUIEN TAMBIÉN LLAMÓ PEDRO»

Simón era un nombre muy común. Solo en el relato de los Evangelios hay por lo menos siete personas que se llaman Simón. Entre los Doce había dos (Simón Pedro y Simón el Zelote). En Mateo 13.55 aparecen los nombres de los medio hermanos de Jesús, y uno de ellos también se llamaba Simón. El padre de Judas Iscariote se llamaba también Simón (Juan 6.71). Mateo 26.6 dice que Jesús comió en la casa de un hombre de Betania llamado Simón el leproso. Otro Simón, un fariseo, abrió también su casa para que Jesús comiera allí (Lucas 7.36-40). Y el hombre reclutado para que ayudara a Jesús a cargar la cruz camino del Calvario era Simón de Cirene (Mateo 27.32).

El nombre completo del Simón del que tratamos ahora era «Simón, hijo de Jonás» (Mateo 16.17; Juan 21.15-17). El nombre del padre de Simón Pedro, entonces, era Juan (a veces traducido como Jonás). No sabemos nada más sobre sus padres.

Pero nótese que Jesús le dio otro nombre. Lucas dice esto de la siguiente manera: «Simón , a quien también llamó Pedro» (Lucas 6 .1 4 ). Es importante aquí la selección de palabras que hace Lucas. Jesús no solo le dio un nombre nuevo para que reemplazara el viejo , sino que «también» lo llamó Pedro. Este discípulo a veces era conocido como Simón, a veces como Pedro, y a veces como Simón Pedro.

«Pedro» era una especie de sobrenombre. Significa «roca». (Petros es la palabra griega para «un pedazo de roca, una piedra ».) El equivalente arameo era Cefas (cf. 1 Corintios 1.12; 3.22; 9.5; 15.5; Gálatas 2 .9 ). Juan 1.42 describe el primer encuentro cara a cara de Jesús con Simón Pedro: « Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)». Pedro es un nombre derivado de la palabra piedra en arameo y en griego. Aparentemente esas fueron las primeras palabras que Jesús le dijo a Pedro. Y de ahí en adelante, «Roca» fue su sobrenombre.

A veces, sin embargo, el Señor siguió llamándolo Simón. Cada vez que ocurre esto en la Escritura, por lo general es porque Pedro ha hecho algo que necesita ser censurado y corregido.

El sobrenombre era importante, y el Señor tuvo una razón específica para ponérselo. Por naturaleza, Simón era impetuoso, inconstante y poco digno de confianza. Tendía a hacer grandes promesas que no podía cumplir. Era de aquellas personas que se entregan de cuerpo y alma a una cosa pero que se rinden antes de terminarla. Por lo general, era el primero en entrar y, demasiado a menudo, era el primero en salir.

Cuando Jesús lo encontró, se ajustaba a la descripción que hace Santiago de un hombre de doble ánimo, inconstante en todos sus caminos (Santiago l.S). Pareciera que Jesús le cambió el nombre a Pedro para que este sobrenombre fuera un recordatorio perpetuo de lo que debería ser. Y desde ese momento en adelante, cada vez que Jesús se dirigía a él, le estaba enviando este mensaje sutil. Si lo llamaba Simón, le estaba diciendo que estaba actuando con su viejo yo. Si lo llamaba Roca, lo estaba reconociendo por actuar en la forma en que debía de actuar.

Tomm y Lasorda, ex entrenador de Los Ángeles Dodgers, cuenta la historia de un joven y delgado bateador que era nuevo en las ligas menores de los Dodgers. El muchacho era tímido, pero tenía un brazo extraordinariamente fuerte y certero. Lasorda estaba convencido que tenía el potencial para llegar a ser uno de los grandes del béisbol de los Estados U n id o s. Pero, según Lasorda, el joven necesitaba más vehemencia y espíritu competitivo. Tenía que perder su timidez. A sí que le puso un sobrenombre que era exactamente lo opuesto de su personalidad. Le puso «Bulldog ».

Con el tiempo, eso fue, precisamente, lo que Orel Hershiser llegó a ser, uno de los jugadores más tenaces que jamás haya estado en las ligas mayores de béisbol. El sobrenombre se transformó en un recordatorio perpetuo de lo que debía ser y, al poco tiempo, ese sobrenombre definió completamente su actitud.

Este hombre joven llamado Simón, que llegaría a ser Pedro, era impetuoso, agresivo e impaciente. Necesitaba transformarse en una roca, y ese fue el nombre que le dio Jesús. A partir de entonces, el Señor pudo reprenderlo gentilmente o alabarlo usando un nombre o el otro.

Después del primer encuentro de Jesús con Simón Pedro, encontramos dos distintos contextos en los cuales el nombre Simón se aplica regularmente a él.

Uno es un contexto secular. Cuando, por ejemplo, la Escritura se refiere a su casa, lo hace usualmente hablando de «la casa de Simón» (Marcos 1.29; Lucas 4.38; Hechos 10.17). Cuando se refiere a su suegra, lo hace en términos similares: «la suegra de Simón» (Marcos 1.30; Lucas 4.38). Lucas 5, al describir el oficio de pescador, dice que «una de aquellas barcas, la cual era de Simón» (v.3), y Lucas dice que Jacobo y Juan eran «compañeros de Simón» (v. 10).

Todas estas expresiones que se refieren a Simón por su nombre aparecen en contextos seculares. Cuando en tales contextos se le llama Simón, el uso de su viejo nombre, por lo general no tiene nada que ver con su espiritualidad o su carácter. Esta es la forma normal de indicar lo que pertenecía a él en cuanto hombre natural: su trabajo, su casa o su vida de familia. Estas son las llamadas cosas de «Simón ».

La segunda categoría de referencias donde se le llama también Simón es cuando Pedro expone las características de su yo no regenerado, cuando estaba pecando en palabra, actitud o acción. Cada vez que empieza a actuar como su viejo yo, Jesús y los escritores de los Evangelios vuelven a llamarlo Simón. En Lucas 5.5, por ejemplo, Lucas escribe, «Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red». Ahí tenemos hablando al joven Simón, el pescador. Se le ve escéptico y renuente. Pero cuando obedece y su s ojos se abren para ver a Jesús como quien realmente es, Lucas empieza a referirse a él por su nuevo nombre. El versículo 8 dice, «Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador».

Vemos a Jesús llamándolo Simón en referencia con los fracasos más serios de su carrera. En Lucas 22.31, anticipando la traición de Pedro, Jesús dijo, «Simón ,

Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo ». Más tarde, en el Huerto de Getsemaní, cuando Pedro debió haber estado velando y orando con Jesús, se quedó dormido. Marcos escribe: «Vino luego [Jesús] y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil» (Marcos 14.37-38). A sí que, generalmente, cuando Pedro necesitó ser censurado o amonestado, Jesús se refería a él como Simón. Debe de haber llegado al punto que cada vez que Jesús le decía «Simón», Pedro temblaba. Seguramente debe de haber dicho para sí, \Porfavor, llámame Roca1. A lo que el Señor pudo haberle replicado: Te llamaré Roca cuando actúes como una roca.

Es obvio al leer las narraciones de los Evangelios que el apóstol Juan conocía muy bien a Pedro. Habían sido amigos de toda la vida, socios en el negocio de la pesca y vecinos. Es interesante que en el Evangelio de Juan, Juan se refiere a su amigo quince veces como «Simón Pedro». Pareciera que Juan no podía decidir el nombre con el cual llamarlo en determinada situación porque constantemente estaba viendo los dos lados de Pedro. A sí es que simplemente lo llamaba con los dos nombres. De hecho, «Simón Pedro» es la forma en que Pedro se llama así mismo en la introducción de su segunda epístola: «Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo » (2 Pedro 1 .1). En efecto, él tomó el sobrenombre que le dio Jesús y lo hizo su apellido (cf. Hechos 10.32).

Después de su resurrección, Jesús les dijo a sus discípulos que volvieran a Galilea, donde Él planeaba aparecérseles (Mateo 28.7). Impaciente, Simón se cansó de esperar, así es que anunció su decisión de volver a la pesca (Juan 2 1.3 ). Como era u su al, los demás discípulo s siguieron obedientemente a su líder. Subieron al bote, pescaron toda la noche, y no sacaron nada.

Pero a la mañana siguiente Jesús se les reunió en la playa, donde preparó un desayuno para ellos. Aparentemente, el propósito principal del encuentro en el desayuno era la restauración de Pedro (quien, por supuesto, había pecado atrozmente al negar a Jesús con maldiciones la noche que fue traicionado). Tres veces se dirigió Jesús a él como Simón, preguntándole: «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?» (Juan 21.15.17). Tres veces, Pedro le reiteró su amor.

Aquella fue la última vez que Jesús tuvo que llamarle Simón. Unas pocas semanas más tarde, en Pentecostés, Pedro y el resto de los apóstoles fueron llenos con el Espíritu Santo. Y fue Pedro, la Roca, quien predicó aquel día. Pedro era exactamente como muchos cristianos son hoy día: carnales y espirituales. A veces sucumbió ante los hábitos de la carne; otras, actuó en el Espíritu. A veces fue pecador, pero otras actuó como un hombre justo tiene que actuar. Este hombre vacilante, a veces Simón, a veces Pedro, era el líder de los Doce.

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