..»Que la herida no te detenga”...había escuchado algo más o menos así mientras intentaba ordenar mis frazadas después de haber estado casi una semana con la cama desordenada producto de una contractura en la pierna izquierda que me impedía poder moverme fácilmente. Hace años atrás había tenido algo similar, lumbago agudo fue mi diagnóstico en esa ocasión pero mucho más doloroso aunque menos invasivo con las pastillas, al tiempo después había entendido que Dios algo me quería enseñar con eso, pero en esta ocasión que sería? Me preguntaba varios días antes a esa frase que había escuchado tan claramente en mi corazón.
Es que ya se habían cumplido los días de tratamiento con medicamentos y aún el dolor no se quitaba del todo y aún no podía hacer las cosas con normalidad, ya había comenzado a molestar porque me sentía impotente al no poder caminar bien, pero es que no sólo era eso, sino que mi corazón se sentía confundido, hoy cuando incluso las respuestas a mi futuro profesional ni siquiera conocía, incluso me incomodaba tan sólo pensarlo. Hoy simplemente escuchaba ”que la herida no te detenga”, no se refería solo a mi contractura , si nó a mi corazón”…
Les comparto parte de mis reflexiones personales de unos días atrás. Hoy les pregunto: ¿Han sentido que sus heridas aún demoran mucho en sanar y te impiden continuar? YO SI, y no me refiero sólo al episodio de mi contractura que fue muy desagradable porque llegó justo cuando no podía inmovilizarme, pronto llegarían invitados a la casa y había que preparar todo y luego había un evento en el cual participar y era parte de la organización. Simplemente no podía enfermarme…pero Dios quiso o permitió lo contrario. Muchas veces especialmente este último tiempo he sentido que mi herida me impide avanzar y me he preguntado ¿Cuándo sanarás y dejarás de dolerme? Pero después de ese día en que sólo escuché “que la herida no te detenga”, Dios trajo a mi mente Filipenses 3:13-15, donde habla que Pablo continúa hacia adelante, dejando todo atrás, ya que sabía que lo estaba por venir era lejos mucho mejor que lo había dejado atrás, su única preocupación era esa, lo del pasado atrás se quedaba. Nosotros debemos hacer lo mismo, nuestras heridas no deben preocuparnos cuando ya se las hemos entregado a Dios, Él se encarga de sanarlas por completo pero en su debido tiempo.
A nosotros sólo nos toca confiar y descansar sabiendo que Dios tiene cuidado de nuestras vidas.
Y si la herida aún sigue doliendo, no te preocupes a veces Dios nos hace el tratamiento un poco más largo pero sera para evitar que después regresemos ante Él con la misma herida. 🙂
Bendiciones!! 😄