reflexiones en la madrugada

Hace un momento terminaba de ver una película que he visto muchas  veces, tantas que perdí la cuenta, y es una de las cuantas versiones de la Bella y la Bestia, un gran clásico del cine.

Y meditaba en algo «Es que a veces todos necesitamos de una Bella (ya sea que seamos hombres o mujeres)». La Bella representa en nuestras vidas el cambio, pero no físicamente como nos muestra la película, si no un cambio de identidad, de pensamiento, la Biblia nos dice en Romanos 12:2 «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta».

La NTV menciona «más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar».

Es decir, para poder comprender lo que esta sucediendo en nuestras vidas o si queremos conocer que es lo que Dios tiene para nosotros será necesario cambiar nuestra forma de pensar y de ver nuestra actual situación. Por eso la comparación con la Bella y la Bestia, porque decía «todos necesitamos de una Bella, que cambie nuestra forma de pensar» cuando entendemos esto, cuando lo hacemos…entonces todo nuestro ser cambia, no solo nuestra forma de pensar, si no también nuestra manera de decidir, nuestra forma de hacer las cosas, TODO comienza a cambiar.

Obviamente los cristianos sabemos que el que produce el cambio en nosotros es Dios, leíamos recién «dejen que DIOS los transforme en personas nuevas», y no se trata de nacer de nuevo, si no de ser discípulos, de ser seguidores de Jesús, en eso consiste todo esto, en ser cambiados, pero antes de eso, es «dejar, permitir que Dios nos cambie», no le dejamos que El haga el cambio entonces nada ocurrirá.

Siguiendo con nuestra idea del inicio, la Bella no fue quien cambio a la Bestia, solo fue la motivación de esta para que ocurra el cambio que debía ocurrir, porque no hay que olvidar el hechizo con el que comienza la película y la historia. Sin el hechizo no habría cambio, pero esto simboliza solo una orden, porque ya la maldad de la bestia era mucha, era necesario un cambio radical.

Como hijos de Dios, somos llamados y retados al cambio, la TLA (traducción lenguaje actual) nos menciona «Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere».

Durante estas últimas semanas he vivido un tiempo muy complejo donde las cosas no salieron como imaginaba, y en cierta manera fue tan drástico el cambio que hubo que tomar decisiones muy radicales, continuar en lo que estaba era bueno pero en cierta manera todo indicaba que era hora de salir de mi «comodidad» o por decirlo así, salir de lo que a mi me agradaba y tomar un camino «mas fácil» pero que no es el que estuve durante estos últimos años, enfrentar mi nueva situación no ha sido fácil, porque los cambios tan radicales no son fáciles y mas cuando no se involucran solo a  Ti, día con día me tengo que enfrentar al fantasma o al gigante de mi ya «pasado» y comienza los cuestionamientos, y las cosas que pude hacer y que no hice, tanto que hasta las noticias se transforman en gigantes que vienen a recordarme mi fracaso, y duele, duele mucho porque los recuerdos dañan, muchas veces el pensar en lo nuevo es mucho mas débil que ver lo que deje atrás, pero aun así he decidido luchar y no alejarme de mi Padre si no que seguir con mi Padre.

Finalmente solo puedo concluir y decir que «Los cambios no llegan cuando lo esperamos y todo anda a la perfección, si no que cuando ya es hora de que ocurran». Es cierto que no son agradables porque en el camino

  1. nos daremos cuenta de quienes somos realmente (así como la Bestia de dio cuenta que era un ser desagradable), pero eso es solo parte del inicio del cambio que viene a nuestras vidas, darnos cuenta de quienes somos es el primer paso, luego viene
  2. aceptar el desafío de ser cambiados (aquí viene lo largo del camino y lo mas cansador, porque tendremos que luchar), y finalmente
  3. ocurre el CAMBIO. Y cuando este sucede nos daremos cuenta de que no solo nosotros hemos cambiados, si que todo nuestro mundo (una vez roto el hechizo la Bestia volvió a ser quien era en un inicio, su palacio salió de las tinieblas y hasta sus trabajadores volvieron a ser como antes, pero El ya no era el mismo si no que su corazón era uno nuevo).

En esta madrugada solo te invito a que dejes que Dios te cambie, no te digo que será agradable, pero creo que ya te estarás comenzando a dar cuenta que  necesitas uno, sin duda te dolerá y bastante pero será la única manera que Dios tiene para sacar lo mejor de Ti y que veas lo que eres capaz de hacer y conocer cuál es tu verdadero limite, créeme se de lo que te hablo, porque no lo hago desde el frente de “todo marcha bien” si no desde el frente de batalla donde debo luchar día con día y sé lo que son los recuerdos y la tristeza, pero no te parece que es mas agradable luchar día a día pero saber que al final del día Dios te dará descanso y paz a tu corazón? A tener que batallar solo día con día y que tu dolor se haga cada vez más duro? Vamos! Se valiente! Hay una gran promesa en Josué 1:9 que estoy segura que conoces muy bien…y no creo que en vano Dios me haya despertado a las 5 de la madrugada para hacerme entender esto y que ahora una hora más tarde este recién terminando de escribir y editar lo que El me hizo entender para que tu lo puedas leer.

SE VALIENTE, LOS CAMBIOS SON LOS TIEMPOS MAS DUROS PERO SIN DUDA SON LOS QUE MAS RECORDAMOS, NO POR EL DOLOR SI NO POR LO QUE VINO DESPUES DE HABER CAMBIADO.

El Regalo de Navidad

La pasada navidad todos nos dimos y recibimos regalos de nuestros familiares, fue un tiempo muy agradable…y Dios en cierta manera me hablaba mediante uno de los regalos que recibí, casualmente era el único que no conocía su contenido , todos los demás había  acompañado a comprarlos y por ende yo misma lo había escogido, pero este era distinto, ya que fue el regalo secreto, sabia de quien era pero no tenia la menor idea de que podía ser…llego el momento de abrir los regalo y fue el primero que abrí, y al verlo quizás era algo muy sencillo, pero muy detallado…les contare…durante un buen tiempo me la pase pidiendo shampoo para el cabello, ya que en casa se había terminado y cargosié muchos días con eso, hasta que después yo me compre los propios, y finalmente mi regalo secreto fue un set de shampoo, pero con acondicionador que incluía una crema para las manos y cuerpo. Ahora alguien diría «ah pero que tiene de especial»? lo especial es que no es cualquier shampoo si no que uno para cabezo graso, y yo sufro de eso, y aparte te da mas brillo al cabello.

Ahora para que tanta explicación de esto, al otro día pensaba en mi regalo y Dios me hablo por medio de esa situación. DIOS TIENE CUIDADO DE CADA UNA DE LAS COSAS QUE NECESITAMOS, INCLUSO DE LAS MAS INSIGNIFICANTES.

La Biblia nos dice en 1° de Pedro 5:7 «echando toda vuestra ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros». 

Puede que a veces le digamos cosas a Dios en nuestra oración y creamos que quizás El no las escucho, y las dejamos pasar, pero como hace tiempo le dije a alguien «Dios toma su libreta de anotaciones y comienza a anotar cada una de las peticiones que nosotros le contamos, y las anota para así tener un registro y no olvidarlas». Se que solo es una ilustración, todos sabemos que El no olvida nada, y que no necesita de una libreta para recordarlo, pero  es un ejemplo muy claro para comprender que El TODO lo toma en cuenta. Y que tarde que temprano nuestra petición sera respondida por Dios, quizás no ahora, quizás en otro tiempo, en otro momento, cuando estemos mas preparados para recibir aquello que deseamos, pero de igual manera El contestara.

Finalmente mi Padre no se como se entero de que yo tenia el cabello graso, quizás lo escucho en otro momento y yo no me di cuenta, o bien solo lo compro pero sea como sea yo recibí lo que necesitaba incluso mucho mas que eso.

Bendiciones! Dios te bendiga!

#LasTargetasNavideñasdeDios

CAPÍTULO SEIS

LAS TARJETAS NAVIDEÑAS DE DIOS
Estoy vigilando mi buzón. No suelo pasar tiempo observándolo, pero hoy lo hago. No quiero que se caiga. Unos pocos días atrás eso no me preocupaba… pero eso fue antes de que una cuadrilla de construcción comenzase a despejar el lote del otro lado de la calle. Y eso fue antes de que un conductor de camión de grava se olvidase de prestar atención a su espejo retrovisor. Pum . Así que hoy nuestro buzón vuelve a estar en posición vertical, apuntalado por tres vigas en tres de sus costados. No demasiado atractivo, pero funcional. Son extrañas las ideas que a uno le cruzan mientras le echa un vistazo al receptáculo postal. Al contemplarlo, se me ocurre que el buzón se parece mucho a una estación terminal de ómnibus: un torniquete para lo bueno y lo malo, lo deseado y lo indeseado. Sólo para diversión, estoy elaborando una lista de cartas que espero nunca recibir. (Pues bien, ¿en qué piensas tú mientras observas una caja colocada sobre un poste?) Esto es lo que he escrito hasta ahora: Querido papá: Te escribo para preguntar si hay un límite del número de autos que cubre nuestro seguro de responsabilidad civil… Querido Max: ¿Recuerdas que el verano pasado rompiste el jarrón que me había dejado mi tío Bill? ¿Recuerdas que te dije que cien dólares serían suficientes, pero insististe en que lo hiciera tasar? Pues, vaya, cuánto me alegro que lo hayas hecho. Espero que estés sentado porque el director del museo del siglo XIII dice… Señor Lucado:

El propósito de esta carta es el de informarle que el cachorro de raza que envió a Oakland, California, por error se envió a Auckland, Nueva Zelanda… Querido Max: ¿Que por qué te escribo esta carta? Pues verás, parece ser que la universidad cometió un error. Confundieron nuestros certificados. Qué increíble, ¿no? Todos estos años pensé que a duras penas había logrado graduarme. ¡Y todos estos años pensaste que te habías graduado summa cum laude! Querida señora Lucado: Recientemente adquirió de nosotros un equipo para diagnóstico de embarazo en casa. Le escribimos para informarle que había un error en las instrucciones y lo que pensó que estaba, no lo está, y lo que pensó que no estaba, sí lo está… Gemido . Nunca he leído datos científicos al respecto, pero me parece que la correspondencia innecesaria ha superado en cantidad a la necesaria. (Tal vez eres como yo y clasificas tu correspondencia sobre un cesto de basura. Quizás eres como yo y te preguntas si existe algo en el mundo que no tenga su propio catálogo. Si eres zurdo, de política conservadora y sofisticado fanático de música de jazz, es probable que haya un catálogo de ropa interior que sea para ti.) La mayoría de la correspondencia es innecesaria. Entonces, ¿por qué reparo mi buzón? Simple. Es diciembre. Si fuese cualquier otro momento del año, quizás lo dejaría sobre su costado. Que el cartero se quede con mis facturas por unos días más. Pero no puedo hacerlo. No en este momento del año. No en diciembre. ¡No la semana antes de Navidad! Esta es la semana en la que la correspondencia es divertida. Es la semana de sobres rojos, sellos verdes y estampas de árboles de Navidad. Esta es la semana en que tu antiguo compañero de cuarto que se casó con Hazel y se mudó a Phoenix te escribe para contarte que su cuarto hijo está en camino. Esta es la semana de las cartas circulares escritas en el anverso y el reverso donde se describen el Gran Cañón del Colorado, graduaciones y cirugías de vesícula. Esta es la semana de envíos por expreso de nueces y cakes de frutas envasadas y de carteros frenéticos. Agrégale a eso un regalo de la tía Sofía, un calendario de tu agente de seguros y tendrás motivo suficiente para recorrer silbando el trayecto hasta tu buzón. Así que, tanto para mí como para el cartero, apuntalé el buzón. Sólo un Scrooge 1 no desea una tarjeta navideña. Algunas son cómicas. Hoy recibí una que tenía gnomos que estaban sacando libros de la sección «gnomomásticos». Otras son emotivas, como la ilustración de María y el bebé descansando en la base de la esfinge egipcia. Y unas pocas son inolvidables. Cada Navidad leo este recordatorio que llegó por correo hace varios años. Si nuestra mayor necesidad hubiese sido la información, Dios nos habría enviado un educador. Si nuestra mayor necesidad hubiese sido la tecnología, Dios nos habría enviado un científico. Si nuestra mayor necesidad hubiese sido el dinero, Dios nos habría enviado un economista. Pero como nuestra mayor necesidad era la del perdón, Dios nos envió un Salvador. Tarjetas de Navidad. Promesas puntualizadas. Frases que declaran el motivo por el cual hacemos todo esto. Él se hizo como nosotros, para que pudiésemos llegar a ser como Él. Los ángeles aún cantan y la estrella todavía nos invita. Él ama a cada uno de nosotros como si sólo hubiese uno de nosotros para amar. Mucho tiempo después de olvidar el nombre del remitente, sigue vigente el mensaje de la tarjeta. Palabras de promesa. Un puño de semillas y sílabas arrojadas en la tierra fértil de diciembre con la esperanza de que nazca fruto en julio. Por eso, mantengo el buzón en pie. Mi corazón puede hacer uso de todas las semillas que logre conseguir.

Extracto del Libro #CuandoDiosSusurraTuNombre de Max Lucado

#LasPreguntasdeGabriel

CAPÍTULO OCHO LAS PREGUNTAS DE GABRIEL

Gabriel debe haberse rascado la cabeza ante esta situación. No era dado a cuestionar las misiones que le Dios le asignaba. El envío de fuego y la división de las aguas formaban parte de una eternidad de trabajo de este ángel. Cuando Dios enviaba, Gabriel iba. Y cuando se corrió la voz de que Dios se convertiría en hombre, Gabriel estaba entusiasmado. Podía imaginarse el momento: El Mesías en una carroza de fuego. El Rey descendiendo en una nube de fuego. Una explosión de luz de la cual surgiría el Mesías. Eso era lo que esperaba. Lo que nunca esperó, sin embargo, es lo que recibió: un papelito con una dirección nazarena. «Dios se hará bebé», decía. «Dile a la madre que llame al niño Jesús. Y dile que no tenga temor». Gabriel nunca era dado a cuestionar, pero esta vez sí se preguntaba. ¿Dios se hará bebé? Gabriel había visto bebés con anterioridad. Había sido líder de pelotón en la operación junco. Recordaba el aspecto del pequeño Moisés. Eso está bien para humanos, pensó para sí. ¿Pero Dios? Los cielos no lo pueden contener; ¿cómo podría hacerlo un cuerpo? Además, ¿has visto lo que sale de esos bebés? Realmente no le corresponde eso al Creador del universo. Los bebés deben cargarse y alimentarse, mecerse y bañarse. Imaginarse a alguna madre haciendo eructar a Dios sobre su hombro… vaya, eso sobrepasaba incluso lo que un ángel pudiese imaginar. Y qué de su nombre… cómo era… ¿Jesús? Un nombre tan común. Hay un Jesús en cada barrio. Vaya, incluso el nombre Gabriel tiene más fuerza que Jesús. Llama al bebé Eminencia, o Majestad o Envío Celestial . Cualquier cosa menos Jesús. Y así Gabriel se rascaba la cabeza. ¿Dónde se fueron los viejos tiempos? Los de Sodoma y Gomorra. La inundación del globo terráqueo. Espadas ardientes. Esa acción era la que le agradaba. Pero Gabriel había recibido sus órdenes. Llévale el mensaje a María. Debe ser una muchacha especial, suponía mientras viajaba. Pero a Gabriel le esperaba una nueva sorpresa. Una mirada le bastó para saber que María no era una reina. La que sería madre de Dios no era de la realeza. Era una campesina judía que apenas había superado su acné y estaba enamorada de un muchacho llamado Pepe.

Y hablando de Pepe… ¿qué sabe este tipo? Da lo mismo que sea un tejedor en España o un zapatero en Grecia. Es un carpintero. Míralo, aserrín en su barba y un delantal para clavos atado en la cintura. ¡No me digas que Dios habrá de cenar todas las noches con él! ¡No me digas que la fuente de toda sabiduría llamará «papá» a este tipo! ¡No me digas que un obrero común será el encargado de alimentar a Dios! ¿Y si lo despiden? ¿Y si se pone fastidioso? ¿Qué pasa si decide abandonar a su familia por una bonita joven que vive en la misma calle? ¿Entonces dónde estaremos? A duras penas podía Gabriel evitar echarse para atrás. «Esta idea que tienes sí que resulta peculiar, Dios», debe haber murmurado para sí. ¿Harán tales cavilaciones los guardianes de Dios? ¿Y nosotros? ¿Nos asombra aún la venida de Dios? ¿Nos sigue anonadando el evento? ¿La Navidad sigue causándonos el mismo mudo asombro que provocó dos mil años atrás? Últimamente he estado formulando esa pregunta… a mí mismo. Al escribir, sólo faltan unos días para la Navidad y acaba de suceder algo que me inquieta porque el trajín de las fiestas puede estar eclipsando el propósito de las mismas. Vi un pesebre en un centro de compras. Corrección. Apenas vi un pesebre en un centro de compras. Casi no lo vi. Estaba apurado. Visitas que llegan. Papá Noel que hace su aparición. Sermones que preparar. Cultos que planificar. Regalos que comprar. La presión de las cosas era tan grande que casi se ignoraba la escena del pesebre de Cristo. Casi la pasé por alto. Y de no haber sido por el niño con su padre, lo habría hecho. Pero de reojo, los vi. El pequeño niño, tres, tal vez cuatro años de edad, de pantalón vaquero con zapatillas y con la vista fija en el niño del pesebre. El padre, con gorra de béisbol y ropa de trabajo, mirando por encima del hombro del hijo, señalaba primero a José, luego a María y por último al bebé. Le relataba al pequeñito la historia. Y qué brillo había en los ojos del niño. El asombro dibujado en su rostro. No hablaba. Sólo escuchaba. Y no me moví. Sólo observé. ¿Qué preguntas llenaban la cabeza del muchachito? ¿Habrán sido como las de Gabriel? ¿Qué cosa habrá encendido el asombro en su rostro? ¿Era la magia? ¿Y por qué será que de unos cien hijos de Dios, aproximadamente, sólo dos se detuvieron para considerar a su hijo? ¿Qué cosa es este demonio de diciembre que nos roba los ojos e inmoviliza las lenguas? ¿No es esta la temporada para hacer una pausa y plantear las preguntas de Gabriel? La tragedia no es que no las pueda contestar, sino que estoy demasiado ocupado para formularlas. Sólo el cielo sabe cuánto tiempo revoloteó Gabriel sobre María sin ser visto antes de respirar profundamente y comunicar la noticia. Pero lo hizo. Le dijo el nombre. Le comunicó el plan. Le dijo que no temiera. Y cuando anunció: «¡Para Dios nada es imposible!», lo dijo tanto para sí como para ella. Pues aunque no podía responder a las preguntas, sabía quién podía hacerlo, y eso le bastaba. Y aunque no podamos obtener respuesta para todas, tomarse el tiempo necesario para formular algunas sería un buen comienzo.

Extracto del libro «Cuando Dios susurra tu nombre» de Max Lucado, tambien puedes encontrar este texto en doc. aqui en el enlace:

https://www.dropbox.com/s/mv0qnwpa2wksd9o/las%20preguntas%20de%20gabriel%20-%20cuando%20Dios%20susurra%20tu%20nombre.docx?dl=0

#CartadeJesús Una historia sobre el verdadero sentido de la Navidad

Querido Amigo:

Hola, te amo mucho. Como sabrás, nos estamos acercando otra vez a la fecha en que festejan mi nacimiento.

El año pasado hicieron una gran fiesta en mi honor y me da la impresión que este año ocurrirá lo mismo. A fin de cuentas ¡llevan meses haciendo compras para la ocasión y casi todos los días han salido anuncios y avisos sobre lo poco que falta para que llegue!

La verdad es que se pasan de la raya, pero es agradable saber que por lo menos un día del año, piensan en mí. Ha transcurrido ya mucho tiempo cuando comprendían y agradecían de corazón lo mucho que hice por toda la humanidad.

Pero hoy en día, da la impresión de que la mayoría de la gente apenas si sabe por qué motivo se celebra mi cumpleaños.

Por otra parte, me gusta que la gente se reúna y lo pase bien y me alegra sobre todo que los niños se diviertan tanto; pero aún así, creo que la mayor parte no sabe bien de qué se trata. ¿No te parece?

Como lo que sucedió, por ejemplo, el año pasado: al llegar el día de mi cumpleaños, hicieron una gran fiesta, pero ¿Puedes creer que ni siquiera me invitaron? ¡Imagínate! ¡Yo era el invitado de honor! ¡Pues se olvidaron por completo de mí!.

Resulta que habían estado preparándose para las fiestas durante dos meses y cuando llegó el gran día me dejaron al margen. Ya me ha pasado tantísimas veces que lo cierto es que no me sorprendió.

Aunque no me invitaron, se me ocurrió colarme sin hacer ruido. Entré y me quedé en mi rincón. ¿Te imaginas que nadie advirtió siquiera mi presencia, ni se dieron cuenta de que yo estaba allí?

Estaban todos bebiendo, riendo y pasándolo en grande, cuando de pronto se presentó un hombre gordo vestido de rojo y barba blanca postiza, gritando: «¡jo, jo, jo!».

Parecía que había bebido más de la cuenta, pero se las arregló para avanzar a tropezones entre los presentes, mientras todos los felicitaban.

Cuando se sentó en un gran sillón, todos los niños, emocionadísimos, se le acercaron corriendo y diciendo: ¡Santa Clos! ¡Cómo si él hubiese sido el homenajeado y toda la fiesta fuera en su honor!

Aguanté aquella «fiesta» hasta donde pude, pero al final tuve que irme. Caminando por la calle me sentí solitario y triste. Lo que más me asombra de cómo celebra la mayoría de la gente el día de mi cumpleaños es que en vez de hacer regalos a mí, ¡se obsequian cosas unos a otros! y para colmo, ¡casi siempre son objetos que ni siquiera les hacen falta!

Te voy a hacer una pregunta: ¿A tí no te parecería extraño que al llegar tu cumpleaños todos tus amigos decidieron celebrarlo haciéndose regalos unos a otros y no te dieran nada a tí? ¡Pues es lo que me pasa a mí cada año!

Una vez alguien me dijo: «Es que tú no eres como los demás, a ti no se te ve nunca; ¿Cómo es que te vamos a hacer regalos?». Ya te imaginarás lo que le respondí.

Yo siempre he dicho «Pues regala comida y ropa a los pobres, ayuda a quienes lo necesiten. Ve a visitar a los huérfanos, enfermos y a los que estén en prisión!».

Le dije: «Escucha bien, todo lo que regales a tus semejantes para aliviar su necesidad, ¡Lo contaré como si me lo hubieras dado a mí personalmente!» (Mateo 25,34-40).

Muchas personas en esta época en vez de pensar en regalar, hacen bazares o ventas de garaje, donde venden hasta lo que ni te imaginas con el fin de recaudar hasta el último centavo para sus nuevas compras de Navidad.

Y pensar todo el bien y felicidad que podrían llevar a las colonias marginadas, a los orfanatorios, asilos, penales o familiares de los presos.

Lamentablemente, cada año que pasa es peor. Llega mi cumpleaños y sólo piensan en las compras, en las fiestas y en las vacaciones y yo no pinto para nada en todo esto. Además cada año los regalos de Navidad, pinos y adornos son más sofisticados y más caros, se gastan verdaderas fortunas tratando con esto de impresionar a sus amistades.

Esto sucede inclusive en los templos. Y pensar que yo nací en un pesebre, rodeado de animales porque no había más.

Me agradaría muchísimo más nacer todos los días en el corazón de mis amigos y que me permitieran morar ahí para ayudarles cada día en todas sus dificultades, para que puedan palpar el gran amor que siento por todos; porque no sé si lo sepas, pero hace 2 mil años entregué mi vida para salvarte de la muerte y mostrarte el gran amor que te tengo.

Por eso lo que pido es que me dejes entrar en tu corazón. Llevo años tratando de entrar, pero hasta hoy no me has dejado. «Mira yo estoy llamando a la puerta, si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos». Confía en mí, abandónate en mí. Este será el mejor regalo que me puedas dar. Gracias

#Responsabilidad

1 de diciembre

Responsabilidad

<<Pero el día comenzaba a declinar; y acercándose los doce, le dijeron:

Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y campos de alrededor, y se alojen y encuentren alimentos; porque aquí estamos en lugar desierto. El les dijo: dadle vosotros de comer. Y dijeron

Ellos: no tenemos más que cinco panes y dos pescados, a o ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda la multitud>>

Lucas 9:12-13

Estoy junto a ustedes. Un Jesús muy humano que entiende todas sus debilidades y ve sus esfuerzos, batallas y conquistas.

Recuerden, fui el compañero del débil. Dispuesto a proveer para saciar su hambre. Enseñando a mis seguidores su responsabilidad hacia todos, no solo a los que amaban o estaban cerca, si no a la multitud.

 <<Despídelos para que vayan a los campos  y aldeas de alrededor, y compren pan pues no tienen que comer>>, dijeron mis discípulos, sin comprensión por los hombres, mujeres y niños que tenían hambre.

Sin embargo, yo enseñe que la comprensión divina incluye responsabilidad. <<Dadle vosotros de comer>>, fue mi respuesta. Enseñe que la compasión, sin remedio por el mal o la necesidad, de nada sirve.

<<Dadle vosotros de comer>>. Donde quiera que vaya su compasión, han de ir ustedes también si es posible. Recuerden esto al pensar en sus propias necesidades, y reclamen de mi la misma actitud hoy.

El sirviente no está por encima de su amo, tampoco  en cuanto a logros espirituales, y lo que enseñe a mis discípulos, lo hago yo también.

Así que, hambrientos y necesitados junto al lago de la vida, sepan yo proveeré, no mezquinamente o bajo protesta, sino en plena medida.

1 de diciembre (devocional del libro Dios llama)

(transcrito del libro devocional “Dios Llama” edición ampliada de A.J.Russel)